El pasado sábado 5 de julio un grupo de 6 montañeros de la Peña- Himalaya volvimos a los Pirineos con el ánimo de subir otra vez la cumbre del Aneto, pero esta vez por una ruta distinta.
Tras asistir a la Santa Misa vespertina en la pequeña iglesia de Cerler, iniciamos los preparativos y la aproximación en autobús a la zona de la Renclusa. Desde allí tras una hora larga y con bastantes kilos en la espalda llegamos al “Forat de Agualluts”. Al final del “Pla” encontramos un buen sitio para acampar amenizado por el rugido de las cascadas. Tras una noche a media vela llegó la hora de espabilar y poner en marcha la ascensión. Las cumbres estaban cubiertas y el buen tiempo no parecía que nos fuese a acompañar. Tuvimos dificultades para cruzar los ríos y más de uno fue a parar con los pies al agua. Sobre las 9 ya estábamos en las morrenas del glaciar del Aneto. Solo nos quedaba una cuesta de 1000 metros de desnivel. Menos mal que casi toda la pendiente tenía nieve y así, poco a poco, zigzag tras zigzag nos plantamos en el collado de Coronas. Ya solo faltaba el último repecho. Afortunadamente una caravana de unos 15 montañeros había dejado profundas huellas. Por fin vimos la cruz del Aneto pero había un último obstáculo: “el Paso de Mahoma”. Cuando el semáforo se puso verde -es una forma de hablar- pasamos los seis montañeros y en la cumbre rezamos el Ángelus. Poco pudimos divisar desde allí pues las nubes nos cubrían y el viento racheado nos avisaba de que ese no era un lugar para estar mucho tiempo. Ya de regreso, en el medio del glaciar, sin nadie a la vista, dado que el numeroso grupo había cruzado el “Portillón”, tuvimos la sensación de que toda aquella grandiosidad y belleza estaba hecha para nosotros, que nosotros éramos los dueños de todo aquello.
Esa misma tarde acampamos en un camping de Benasque y al día siguiente regresamos a casa, no sin antes visitar a la Virgen del Pilar en Zaragoza.
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