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Club Papelo Crónica del UTR-170

Ya hacía tiempo que no disfrutaba tanto en una carrera y terminaba tan contento y satisfecho, sin arrepentimientos de ninguna clase. Y ha tenido que ser en una de 170 k. nada menos.

Para los que hayáis hecho alguna de 100 kms. más o menos os puedo decir, a modo de comparación, que esto no es sólo un escalón más, SON POR LO MENOS TRES PISOS.
Una de las cosas que más me impresionó fue correr durante toda la noche, solo, siguiendo las luces reflectantes de las cintas, mucho silencio, únicamente interrumpido cuando llegaba a algún pueblo o control. Al final, entre la luz del frontal y el sueño, terminas viendo hasta alucinaciones. Y luego, todo el dia… Y despues, la noche de nuevo… Pierdes la nocion del tiempo, el ritmo circadiano, todo… Pero aguantas hasta llegar a meta y…
Eran las 11:20 del viernes cuando salía con el coche en dirección a Xàtiva para recoger al compañero Osma. En apenas 2 horas y 20 minutos estábamos en Castielfabib. Rápidamente nos tuvimos que cambiar la ropa, de verano todavía, por otra más acorde a la climatologia, ya que, tal como me temía, para esta carrera íbamos a tener que entrenar con calor para luego competir con frío, aunque menos mal que no hizo mucho.
Allí comimos en un estupendo restaurante-albergue y, después de descansar un rato en el coche, nos fuimos a por los dorsales. Esto ya empezaba a oler a ultra-trail.
Poco a poco iba llegando gente, entre ellos Toni Pastor, que llegó justo a tiempo para desearnos suerte. Él correría al día siguente la carrera “mediana” de 100 kms. coincidiendo con los 100 últimos de la de 170.
Debido a la mala cobertura no pude comunicarme como queria con el grupo del whassap, pero aún así me dió tiempo de mandarles un “Va por ustedes”.
Éramos 24 en la salida, sólo una chica, a las 19:00 dan el disparo y salimos todos en tropel hacia abajo por unas serpenteantes callejuelas, como si de una popular se tratara. Yo creo que era debido a los nervios. El caso es que ya no había vuelta atrás, el Ultra Trail del Rincón de Ademuz que estaba esperando durante 5 meses había dado comienzo, por fin.
Mi intención era colocarme entre las posiciones 5 y 10, y dependiendo de los corredores adelantados o que me adelantasen, acelerar la marcha o no. Pero algo no salió bien, ya que al salir todos tan deprisa y por esas calles, perdí la cuenta. Pero tranquilo, “no pasa ná”, solución: Ir adelantando hasta colocarme primero, sí, primero, como lo oís. Fuí adelantando a corredores en un tramo casi llano, por el lecho del río, hasta que en una subida no muy pronunciada di alcance a Francisco Robres, el que ganó el año pasado, que por cierto iba subiendo a un ritmo muy muy suave, demasiado suave para mi estado de euforia, jajajaja. Eso era sobre el km. 15. Así que me adelante un poco y espere a que me pasase, que fue pronto. No se lo que debió pensar el muchacho cuando me vio al lado jejejeje.
Casi juntos llegamos al primer pueblo, Mas del Olmo. Después del control de rigor, él sale como un cohete y ya no lo vuelvo a ver. Después salgo yo, pero ya pensando en los de atrás. No se como, me despisto y me pierdo entre las calles del pueblo. “Me caguen la p….” “No pasa ná” Vuelvo atrás, pero ya me habían pasado dos, y luego antes de empezar la fuerte subida al Alto de las Barracas, otro. “Bueno, era de esperar”, pienso.
Podréis pensar que para qué correr tanto al principio, si son 170 kms. y hay mucha tela por delante. Correcto, pero en esta carrera he comprobado que si estas algo bien y consigues mantener una buena posición desde el principio, es eso mismo lo que te va levantando la moral, es lo que te hace correr un poco para tomar ventaja cuando lo único que deseas es caminar, es lo que hace que no te acomodes en los avituallamientos, parece una tontería pero a mi me funciona. Otros tienen diferente forma de pensar y van a su bola, independientemente de lo que hagan los otros, salen de menos a más, y también obtienen buenos resultados. Esto del Ultra-Trail es casi todo psicología.
Después de 2 horas de subida tranquila y algún que otro banco de niebla sin importancia, llego al famoso Alto de las Barracas (1838 m.), el techo de la Comunidad Valenciana. Allí arriba me esperaba el segundo control, un chico y una chica con una tienda del Decathlon eran los encargados de constatar mi paso por ahi. “Vas el 5º” me dijeron. Unos metros más abajo estaba el avituallamiento, a cargo del alcalde de Castielfabib y dos chicas más. Un tío “superenrrollao”, el alcalde, empezó a contarme lo que venía después: que si una subida, un cortafuegos… hasta que le dije “Bueno, que yo me tengo que ir, jajaja” Si querías conversación, tenía para el rato que quisieras.
Ahora empezaba una bajada cómoda hasta Puebla de San Miguel (Km. 45), donde estaba el siguiente avituallamiento. Me pongo los auriculares porque la noche va a ser larga y solitaria y al trote empiezo a bajar, escuchando música, de lo mas a gusto. Cuando llego al avituallamiento no me detengo mucho, porque estaba dentro de un local con la chimenea encendida y la verdad, me estaban entrando unas ganas de acostarme… Pero hay que seguir, vamos.
Luego otra subida al Tortajada (1517 m.) y mientras subía empiezo a ver tras de mi la luz de un frontal. Ahora no recuerdo si me adelantó subiendo o ya bajando, pero lo que sí recuerdo es de la tremenda bajada hasta Casas Bajas, que me destrozó de piernas. Después de casi 4 horas desde que saliera de Puebla de San Miguel llego al control de Casas Bajas, donde había una mujer que había tenido que poner todos los alimentos dentro del maletero del coche a cubierto, debido al intenso rocío que estaba cayendo a esas horas.
Continuo, pasando por el lado de Casas Altas, hasta ver el pueblo de Ademuz. Mientras bajaba, el silencio se rompía con unos gritos de ánimo que provenían del pueblo. Era la salida de la UTR-100, donde participaba Toni Pastor. Lástima que no nos hayamos visto, por los pelos. Después de pasar por debajo de todo el pueblo, llego por fin al avituallamiento, situado dentro de una residencia. Allí me siento un poco mientras me tomo un caldo y noto algo extraño en la rodilla izquierda. No la puedo doblar bien. “Mierda… esta hinchada” “No pasa ná” Me tomo un ibuprofeno y listo. En eso que ya casi había terminado entra otro corredor, Aleksandr, un ruso que según dijo el del avituallamiento, no hablaba nada de español. A mi me dan la bolsa con la ropa pero lo único que saco son las sales minerales. No me voy a cambiar de ropa. Voy bien con lo puesto. La verdad es que fui comodísimo con la camiseta que nos dieron en la Volta al Terme de Fondeguilla, de la marca SportHG. El único “pero” es que se engancha en los zarzales.
El ruso se queda tomando algo de pasta y yo salgo, encontrándome un poco mejor de la rodilla, hacia el pueblo de Negrón. Subiendo a buen ritmo llego al control de Negrón (Km. 86), sorprendentemente con hambre. Bien, eso significaba que el tema hidratación-nutrición estaba funcionando. Llegué con el antojo de un bocadillo, pero sólo quedaba Nocilla. “Da igual, pues un sandwich de Nocilla” “No pasa ná” jajajajaja. Me prepara una mujer el sandwich mientras grita a unos niños que no pueden parar de corretear alrededor de la mesa. Para que veáis la labor de los voluntarios, seguramente esos serian sus hijos que seguramente no ha podido dejar al cuidado de su marido o sus padres porque, seguramente, ellos también están ayudando en otro avituallamiento. Son casi las 9 de la mañana, intento mandar un whassap al grupo para dar ánimos a los de la UTR-34 que estaban a punto de empezar, pero la cobertura me la juega otra vez. Me zampo el sandwich de lo más a gusto y sigo, que ahora me espera una fuerte subida.
Nada mas salir del pueblo me empieza a molestar la rodilla. No puedo hacer fuerza para subir, a lo que de pronto me alcanza el ruso. “Good?” me dice al verme. “Good, good” le contesto. Aunque yo sabia que de “good” nada, más bien “bad”. Voy subiendo como puedo y al llegar al cruce donde hay que subir al Talayón (1601 m.) y volver, me cruzo con el ruso que ya bajaba. Sorprendentemente va el tío va y saca una cámara pequeña de fotos y empieza a sacarme fotos ¿¿¿????? Yo, alucinado, le hago gestos con el dedo pulgar. “Ok, ok”. Subo hacia la cima y llego hasta el control (Km. 94) unos metros antes de coronar. Cuando me fichan les pregunto “¿Hay que subir a la cima?”. “Hombre no, pero si quieres…” me contestan. “Jajaja, no, déjalo ya vendré otro día, si eso”.
Me pongo a bajar a un ritmo bastante cómodo, lo que la rodilla me permitia, cuando de pronto me doy cuenta de que hace ya bastante que no veo cintas. “Me caguen la p…” En eso que veo al ruso que subía. Me dice: “No markers”. Yo le digo: “No pasa ná”, pero se ve que no me entiende y sigue hacia arriba deshaciendo los pasos blasfemando algo en ruso. Me paro y saco el Garmin que tenia en la mochila por si acaso, lo enciendo y… menos mal. Estamos en el track. Iba a disponerme a bajar pero me supo mal y subí un poco hasta dar con el ruso, que ya bajaba, diciendo “ok, ok”. A lo que le mostré el Garmin y el tío ya se quedó más tranquilo. Entonces empezamos a bajar juntos, pero se vé que el volver atrás le dejó un poco fuera de juego, y yo poco a poco me fui adelantando, hasta sacarle 30 minutos en el control de Arroyo Cerezo (km. 110). Después de que me adelantase Aleksandr creía que iba 7º, o 6º… Ya había perdido un poco la cuenta, pero a medio camino había otro control donde me dijeron que uno de los que iban delante se había retirado, por lo tanto volvía a ir 5º. Esto me dio alas de nuevo, pero yo no quería alas, ¡yo quería una jodida rodilla nueva! Aaaaaargh.
Cuando llego a Arroyo Cerezo, ya con la rodilla bastante más hinchada, primera sorpresa. El compañero Osma está allí esperándome. “Joder”, me alegro de verle, pero no quería verlo ahi, coño. Se había retirado en el km. 45 por problemas en la planta del pie. Le explico lo de la rodilla y mi cabeza ya empieza a sacar conclusiones. “¿No pasa ná?” “No, sí pasa, y es que tengo la rodilla tan hinchada que no puedo ni levantarla, y todavía queda una eternidad” “Ahora cogemos los dos y nos vamos a casa” “Ya esta bien de padecer” “A tomar por culo”. Menos mal que Osma me convence de que siga un poco más, que dé la vuelta de 15 kms. que seguía hasta volver al mismo control, y luego según como esté ya veríamos.
Le hago caso y tiro para arriba, abatido, despacio, como paseando, y intentando justificar el inminente abandono. “Adiós a los puntos para el Mont Blanc” “Con la ilusión que tenía, ahora voy a perder la prioridad en el sorteo por no tener los puntos” “Esto es una p…. mierda”, etc, etc.
Casi 4 horas tardé en dar esa vuelta de 15 kms. Cuando empezaba a bajar de la Cruz de los Tres Reinos, el ruso me dió caza. Me volvió a decir “Good?”. Pero esta vez le contesté “No, bad, bad” señalándole la rodilla. Él también me hizo un gesto como si quisiera decirme que también iba tocado de la rodilla, pero aún así podia mantener un ligerísimo trote bajando. Estábamos los dos tocados, pero con la diferencia de que él todavía no había tirado la toalla. Mentalmente Aleksandr era más fuerte que yo.
Como ya casi lo tenia decidido, bajaba paseando por el barranco, como disfrutando del paisaje por última vez, hasta que llegando al control de Arroyo Cerezo…
¡Coño! Jose Maria, Micó y Carlos, que hace horas que ya habían terminado la UTR-34, con merecido 2º puesto en categoría junior de Carlos (este chaval promete), estaban allí, esperándome. Buff, uno no está acostumbrado a esto. Entre todos me convencieron de que me lo pensara bien, especialmente Jose Maria, que me dijo “¿Que prefieres? ¿Que en el próximo almuerzo te recibamos como un héroe o que te hinchemos a collejas?” Jejeje, eso me hizo pensar, o por lo menos sonreír, que ya llevaba tiempo que no lo hacia. Me senté, comí un poco, vino una médico que me examinó la rodilla y me dijo que no parecía que tuviera nada grave. Al tocar, del dolor que me hizo me mareé y fui a sentarme fuera. Me pusieron hielo, me dieron un ibuprofeno, me hice un vendaje… Había allí gente de L’Eliana creo que eran, y uno me dio una cápsula de cafeína que me puso como una moto. Se lo agradezco enormemente, porque estaba muy decaído por la rodilla, toda la noche por ahi, el cansancio acumulado… Hasta que por fin me levanté y dije “Voy a seguir”. Entre todos los que estaban allí me animaron mientras bajaba cojeando los escalones. Era el Km. 125 y quedaba todavía otra eternidad.
Me costó horrores calentarme de nuevo, hasta que por fin pude trotar un poco. “¡Increíble!, pero si hace un momento pensaba en abandonar…” En apenas hora y media llegaba al proximo control en la Oficina de Turismo (Km. 137). El ruso ya me llevaba más de una hora de ventaja y el que venia detrás no tenia ni idea donde estaba, ya me daba igual el puesto. Allí estaban esperándome todos otra vez. Se alegraron bastante de verme. Yo también. Allí me senté un ratito y comi un poco. Me trajeron la bolsa de la ropa, pero tampoco me cambié. Repuse las sales, cambié las pilas del frontal, y empecé a quitar peso innecesario de la mochila: barritas que ya no me iba a comer, las gafas de sol y, en un alarde de chulería, voy y me dejo el chubasquero, que era de esos baratos del Decathlon que pesaba un quintal. “Como parece que no va a llover…” Me despido de Jose Maria, Micó y Carlos, y ahi ya les digo “Iros que esto ya lo acabo” Todavía quedaba muchísimo, pero yo, después de lo que había pasado, ya lo tenia claro. Iba a terminar cueste lo que cueste, aunque sea con la pierna a rastras. Y de ahi ya se fueron a esperar a Toni Pastor, que estaba a punto de finalizar los 100 kms. con poco más de 15 horas, 4º Veterano.
Salgo del control y enciendo el móvil con la esperanza de tener algo de cobertura y … “¡Por fin!” Abro el whassap y zassss, 200 mensajes. Empiezo a escribir diciéndoles que todavía estoy vivo y que no se preocupen que esto lo termino. No me da tiempo mas que a leer algunos mensajes. De alguna manera yo me había imaginado a todos siguiéndome desde sus casas, y sientes algo así como cuando jugó España la final del Mundial, pero siendo tú la selección. Y eso, el tener a gente que se preocupa por ti en momentos difíciles, no tiene precio ninguno. Hubo algunos incluso que se quedaron hasta las tantas de la noche. Que grandes son.
Empiezo a subir una cuesta que se me atraganta un poco antes de alcanzar el próximo avituallamiento, que ya estaba mas cercano al anterior, y nada más salir me alcanza el que venia detrás de mi. Jose Perez Castrejon, de Madrid. “Menos mal, un poco de compañía, vengo solo durante casi toda la carrera”. “Igual que yo” le contesto. Y marchamos, caminando pero a buen ritmo, hasta el pueblo de Tormón (Km. 155). Allí me esperaban Osma y Toni. Este ultimo se puso a explicarme todo el trayecto que me quedaba, pero a mi ya me daba todo igual. Eran más de la 1 de la madrugada y yo quería terminar, ducharme y acostarme. Pero lo mejor estaba por llegar.
Bajando de Tormón hacia El Cuervo la rodilla ya me empezaba a doler otra vez y el efecto de la cápsula de cafeína parecía que se había pasado. De eso hacia ¡7 horas! Como pasa el tiempo… Perez Castrejón se me iba cada vez más y de vez en cuando me esperaba y me preguntaba si estaba bien. Llegamos a la parte del rio esa que decían que era tan bonita. Y lo era, lo que pasa es que era de noche y tuvimos que conformarnos con parar de vez en cuando y alumbrar con los frontales para ver el espectáculo. Desde luego que tiene que ser una zona fantástica para visitar en verano.
Nada más pasar el control de El Cuervo (Km. 165), a falta de una hora para llegar a meta, empieza otro espectáculo. Rayos, truenos y centellas y… “Me caguen la p….” “Y el chubasquero en el avituallamiento aquel” Hay que darse aire…
En menos de 15 minutos empezaban a caer las primeras gotas, frías como cubitos de hielo. “Joder, joder, joder” Me detengo, meto el móvil en una bolsa de plástico y me preparo para la que me va a caer, con sólo la manga corta, los manguitos, y el cortavientos que es más ligero que una pluma. El madrileño iba delante ya preparado con su chubasquero. Empieza la función.
En menos de 1 minuto ya estaba todo caladito. El agua parecía que la tirasen a cubos. Empiezo a notar frío. “Piensa, piensa….” “¡Ya está!” “No pasa ná” Solución, la manta térmica. Rápidamente la saco de la mochila y empiezo a desplegarla. “Ufff, menos mal que era de las grandes” Me la pongo por encima y la sujeto por delante cruzando los brazos para no perder calor corporal, porque estaba todo mojado. Aunque seguía lloviendo ya no notaba ese frío intenso gracias a la manta. Menos mal. Ahora sé porque siempre la piden como obligatoria, te puede salvar la vida.
Con todo ese jaleo de la manta y tal, Perez Castrejón ya se me había ido bastante. Así que me dediqué a disfrutar de los últimos minutos de esa tremenda aventura. Llegué al pueblo de Castielfabib, donde estaban en la calle que sube a la plaza Toni y Osma dentro de los coches esperándome. Paré un momento, y mientras me quitaba la manta térmica y la guardaba en la mochila, ellos me felicitaban. Yo quería reír y gritar de alegría pero no me quedaban fuerzas. También hubiese querido haceros un video “in situ” de la llegada a meta con dedicatoria y todo, pero la maldita lluvia lo deslució todo.
Al final, llegada triunfal a la plaza, a la misma de la que había salido 34 horas 10 minutos y 20 segundos antes, 7º de la general y 5º Senior, ya ves. Es una sensación que por mucho que escriba no la vais a poder entender, para eso hay que venir aquí, a conocer el Rincón, sus gentes, sus parajes, o por lo menos a intentarlo, y si no puedes, tranquilo….. NO PASA NÁ.
Gracias a todos.
Antonio Requena López. Dorsal 11 del UTR-170.

4 comentarios

  1. Antonio Requena Antonio Requena 20 de octubre de 2014

    Gracias, me alegro mucho de que te haya gustado. Todas mis crónicas siempre intento escribirlas de forma que al lector le sea fácil imaginar lo que yo pasé en ese momento, aunque como ya he dicho, no es facil describir eso. Yo también pienso que este tipo de carreras tan largas son como la vida misma, aunque también habríamos de incluir el periodo de entrenamiento que hay que pasar para llegar hasta ahí, que menuda calor hemos tenido que pasar este año, y digo “hemos” porque tengo la suerte de contar con un grupo de amigos que me acompañan en todos los entrenamientos, aunque no vayan a competir luego.

  2. Emilio López Emilio López 19 de octubre de 2014

    He disfrutado como desde hacia mucho tiempo que no me ocurría, leyendo el relato de esta gran gesta.
    Pienso que esta carrera es como la vida misma, subes, bajas, sufres, disfrutas pero al final, NO PASA NA, ha valido la pena, porque mi yo interior mi autentica personalidad ha vencido todas las tentaciones de tirar la toalla.
    Enhorabuena Antonio, por tu gran gesta y gracias por la lección que nos has dado.

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