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Escora: Ascensión al Montcabré con nieve

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Fili Chorques: En cuanto caen cuatro copos de nieve, los montañeros del Club de Montaña Peña Himalaya se desplazan allí donde haya caído para pisarla. Con más motivo si la nieve cae en algún monte cercano como el Montcabré, en la sierra de La Mariola.

El plan fue perfecto: el viernes por la noche nevó (hasta 50cm de espesor), el sábado los que fueron al monte dejaron la senda marcada y el domingo por la mañana, los montañeros de la Peña, se desplazaron a Agres para subir el Montcabré.

A -3º C a las ocho de la mañana, en Agres todo era hielo. La subida hasta el Santuario en coches era prácticamente imposible, así que se optó por dejar los vehículos en la parte baja del pueblo y subir andando por sus empinadas calles hasta el santuario de la Virgen desde donde nace la senda que sube al Montcabré.

Otros montañeros madrugadores venidos desde los diferentes pueblos de los alrededores se iban añadiendo a la comitiva, cada vez más numerosa.

Había que ir con cuidado de no resbalar en las placas de hielo formadas durante la noche, incluso en las calles del pueblo. Un par de bastones son buena solución para mantener el equilibrio.

Conforme se ganaba altura, la nieve también aumentaba en espesor, hasta llegar a los 50 o 75 centímetros de espesor en algunas zonas.

Después de una parada junto al refugio para tomar algo y otras tantas para hacerse fotos llegaron a la cumbre, que en esos momentos abarrotaban unas cincuenta personas y unos cuantos perros.

A la bajada visitaron la Cava de los Arcos también cubierta de nieve y en el descenso hasta el pueblo se procuró ir campo a través para evitar las placas de hielo de la senda, más peligrosas a la bajada; y la concurrencia de gente. Una de las frases más oídas ese día fue: “Esto parece el Corte Inglés”, por la gran cantidad de montañeros y familias que seguían llegando para disfrutar de la nieve.

La segunda frase más escuchada fue: “Para qué hacerlo fácil pudiéndolo hacer difícil”, pronunciada siempre que se decidía dejar la senda para tomar atajos por barrancos o pasar por sitios por los que ni siquiera las cabras se habían atrevido a pasar.

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