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RESTAURACIÓN DE LAS PINTURAS MURALES DEL ORATORIO DEL ANTIGUO PALACIO DE LOS BORJA EN CANALS.

Con motivo de la declaración de las Cortes Valencianas del año de los Borja, desde la Subsecretaria de Promoción Cultural de la Consellería de Cultura, se procedió a la realización de diversos actos conmemorativos, exposiciones, conferencias, conciertos… y dentro de este contexto se enmarca la restauración de las pinturas murales ocultas bajo numerosas capas de cal en los muros del Oratorio del antiguo palacio de los Borja en Canals.

Los trabajos de restauración comenzaron en la primavera del año 2000. No fue una casualidad el encontrar estas pinturas, ya que se habían realizado catas con el fin de localizar restos de policromía en los muros de esta antigua construcción del siglo XIV, donde la tradición sitúa a San Vicente Ferrer predicando y profetizando que uno de sus vecinos, Alfonso de Borja, llegaría a ser papa. Y precisamente realizando los muestreos en busca de restos de pintura, salió a la luz una interesante inscripción en la que se hacía referencia a dicha leyenda.

El Oratorio de los Borja es el único edificio del complejo arquitectónico del palacio que ha llegado hasta nosotros en un buen estado de conservación, posiblemente gracias a su función religiosa y a su carácter de construcción exenta. Es junto con la torre un importante vestigio de este palacio conocido como la cuna del primer papa Borja. Gracias a los trabajos de investigación de Josep Lluís Cebrián recogidos en su libro “L´Oratori i la Torrassa del Palau dels Borja a la Torre de Canals”, así como a su colaboración personal, tuvimos a nuestro alcance una gran cantidad de información que facilitó los trabajos de restauración y el estudio de las pinturas aparecidas. En la mencionada publicación de Cebrian se recogen las diversas intervenciones sufridas por este espacio arquitectónico, construido en el último tercio del siglo XIV, reconstruido parcialmente en 1614, intervenido nuevamente en 1878 y finalmente en 1970.

Tras varios meses de trabajo, en los que se eliminaron hasta diez niveles de cal, además de varias capas de pintura, se recuperó un retablo mural de gran interés situado en el segundo tramo del muro lateral derecho, de estilo y arquitecturas tardobarrocas, realizado por un pintor cuya identidad por ahora se desconoce, pero que probablemente trabajaría en esta zona.

De esta pintura destaca el rico colorido, las complicadas perspectivas arquitectónicas realizadas para ser observadas desde un punto medio de la iglesia. Se representa un retablo en piedra con incrustaciones en el friso, cuyo ejemplo más cercano lo encontramos en la iglesia del monasterio de San Miguel de los Reyes.

El retablo se organiza en dos tramos, en el superior un templete central sostenido por columnas salomónicas acoge en su interior la figura de San José arrodillado con el Niño en brazos. En el tramo inferior, aunque se ha perdido la parte central al perforar el muro para construir una hornacina,  a los lados todavía se conservan, simétricas, las figuras de dos santos con sus correspondientes cartelas a sus pies. En el lado derecho San Vicente Ferrer, representado en típico ademán y con una cartela con la inscripción “DEUM ET DATE ILLI HONOREM QUIA VENIT HORA IUDICII EIUS”, apoya su mano izquierda sobre la cabeza del pequeño Calixto III, vestido a la manera barroca. A la izquierda, se adivina la figura de San Francisco de Borja que reconocemos por sus atributos: una serpiente y una calavera coronada, aunque ha perdido el rostro.

A esta pintura tardobarroca realizada directamente sobre el muro se superpone una segunda pintura añadida que corresponde a una adaptación de gustos de la época y que se realizó en el año 1721, fecha que aparece inscrita en un círculo rodeado de volutas situado en el centro del templete superior. A este templete se le añade un frontón neoclásico y a los lados cráteras decorativas, utilizando colores ocres que se integran en la gama usada en la pintura original.

La técnica utilizada es un temple a la cola, que permite una rica paleta de gran luminosidad. Los dibujos preparatorios que se aprecian en algunas zonas del retablo, realizados a base de carboncillo, demuestran que estamos ante una pintura elaborada, probablemente basada en algún grabado de la época. Los análisis químicos realizados a partir de la toma de muestras nos confirmaron además de la técnica a la cola animal, la utilización de pigmentos como el blanco de plomo, el azul ultramar, rojo de plomo y los óxidos de hierro, que van desde el amarillo, pasando por el ocre hasta el rojo.

En el muro situado frente al retablo mural descrito encontramos una policromía similar pero mucho más deteriorada, se adivinan claramente las mismas arquitecturas pero las imágenes de este retablo se han perdido. Tan sólo se conserva un 10 % de la pintura original, aunque observamos claramente parte del friso y del entablamento central, la mitad del templete superior, restos de una crátera…

En el presbiterio, junto a la puerta que da acceso a la sacristía, aparecen restos de pinturas murales de estilo gótico, bastante primitivas. Los motivos aparecidos son muy peculiares: hojas apuntadas azules sobre rojo muy vivo. Estaban cubiertas por dos capas de yeso que sumaban mas de diez centímetros de grosor, y se han sacado a la luz con gran dificultad porque estaban adheridas a un mortero muy frágil de argamasa de cantos rodados de pequeño tamaño, muy pulverulento.

Los principales daños que presentan las pinturas murales del Oratorio se deben sobre todo al abandono de muchos años, a la humedad y a la acción del hombre, con sucesivas intervenciones sin ningún respeto al original. Encontramos grietas, abombamientos del mortero, oquedades, parcheados con cemento, cristalizaciones del mortero y  de la pintura por el agua de la lluvia filtrada a través de las cubiertas, regatas practicadas en el muro para instalar la iluminación que atraviesan las pinturas, desprendimientos y pulverulencias en la película pictórica…

La restauración de las pinturas, tras la eliminación de cales, sales, pinturas y morteros superpuestos consistió en una intervención conservativa de consolidación tanto de morteros como de película pictórica, y en el estucado y reconstrucción de estratos perdidos. En cuanto a la reintegración se ha optado por una reintegración cromática de tipo ilusionista, puesto que lo que se buscaba era transformar un conjunto fragmentado e ilegible en una imagen clara y contundente. Para ello se ha realizado una intensa labor de documentación e investigación iconográfica con el fin de recomponer los faltantes de pintura. Respecto a los restos del retablo conservados en el muro lateral izquierdo, se optó por una reconstrucción de las arquitecturas que eran  simétricas a las del retablo que lo enfrontaba. Al no encontrarse restos de imágenes, éstas se omitieron. Con esta solución se conseguía restablecer el equilibrio original que pretendió el autor de las pinturas del Oratori.

Publicado en el libro de fiestas del año 2002 por

Inmaculada March Soriano

Aurora Arroyo Ibáñez

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